
Durante mi primer curso en la Universidad, solía acudir a casa de unos amigos de Cantabria que estaban estudiando también allí. Cuando llegaba la hora de comer, preparábamos ensaladas que llevaban tal cantidad de aceite de oliva, que más bien era aceite con verduras y no verduras aliñadas con aceite. Sin embargo, las consumíamos con la total seguridad de que era un plato sin apenas kilo calorías, ya que de oídas sabíamos que el aceite de oliva era sano, y como creíamos que si se usaba en crudo no engordaba, por eso abusábamos de él. ¡Qué ilusos nosotros que creíamos que sólo engordaba cuando se usaba para freír!
El aceite de oliva virgen extra es una fuente de vitamina E y ciertas sustancias antioxidantes, y es rico también en grasas monoinsaturadas y otra serie de sustancias que son buenas para la salud, pero lo cierto es que un gramo de aceite de oliva o de cualquier otro aceite aporta unas nueve kilocalorías, tanto en crudo como sometido a una fritura. La única diferencia es que en el proceso de las frituras se generan, entre otras cosas, los llamados compuestos polares que no son saludables y que hacen que después de usarlo varias veces el aceite se deba desechar, pero eso no tiene nada que ver con que sea preferible el crudo porque aporte menos calorías. Además, en el proceso de fritura se perderán sus antioxidantes, etc… Pero tanto crudo como cocinado un gramo de aceite aporta unas 9 kilocalorías, con lo que a poco que seamos generosos con su uso disparamos las kilocalorías del plato.
Se recomienda tomar entre 3 y 5 cucharadas soperas de aceite al día. Un exceso de aceite, sea en la forma que sea, disparará la energía que ingerimos.
Comentarios