La situación es la siguiente: alguien adulto, preocupado por su alimentación, que come sano, se cuida y no le suelen gustar los ultraprocesados, sigue encontrando mucho placer cuando come su golosina preferida de crío, la pizza cutre que comía los viernes en familia o una incluso la hamburguesa de McDonald que devoraba en su adolescencia. ¿Por qué sucede esto en un paladar educado?. ¿Y por qué recordamos sobre todo los sabores experimentados en la infancia?
Ya desde la infancia se empieza a conocer mediante las papilas gustativas, facilitando así la memorización sensorial basada en reconocer alimentos. Y por este proceso se generan rechazos o afinidades por determinados alimentos. Hay evidencia de que esas experiencias sensoriales quedan fijadas durante toda la vida y por tanto siguen siendo placenteras.
¿Qué se sabe, en líneas muy generales, de la relación entre lo que comemos y la memoria? ¿Son los sabores grandes detonantes de recuerdos?.
Lo cierto es que el motivo por el cual se puede recordar instantes del pasado de una persona con sólo oler o saborear algo puede tener una base fisiológica aunque no es totalmente entendida. Se pueden tener ya recuerdos desde los 3 años. Lo que sí se conoce es que cuando se general los recuerdos, el hipocampo del cerebro es capaz de alguna forma de integrar a los componentes de la memoria ( olores, imágenes, sonidos, sabores…) cuyo procesamiento se produce en área cerebrales específicas para un sentido concreto. En un momento determinado si olemos o saboreamos algo concreto, hay una vinculación con otras partes de la memoria y de ahí esa asociación de olores, sabores con imágenes y sonidos.
¿Qué papel juega la publicidad en la nostalgia que nos despiertan marcas como cola-cao? Está claro que no nos han bombardeado con campañas de ensaladas o verduras frescas…
No hay que olvidar que los recuerdos de la infancia sirven a veces como instrumento de refugio o seguridad. Un entorno feliz, idealizado, un mundo “Disney” que relacionamos con la felicidad y en el cual estaban marcas muy concretas puede influir para que sigamos comprando esas marcas o las compremos a nuestros hijos.
¿Juega también la comida un papel cultural? El de recordarnos el grupo al que pertenecemos…
Obviamente, la gastronomía es cultura. Cada pueblo tiene su gastronomía y tiene sus platos típicos en sus fiestas. Se celebra entorno a determinadas comidas, determinados alimentos están presentes en fechas concretas…por eso juega un importante papel cultura,
¿Por qué los adultos de hoy tenemos la sensación de que de niños comíamos tan “mal”? Echando Ketchup a todo, mucho rebozado, patata frita… ¿Los niños en España comen mal, es algo de nuestro pasado reciente o solo una percepción?
Realmente hace 40-50 años en España estábamos mucho más cerca del patrón mediterráneo que ahora. Se ha incrementado mucho el consumo de alimentos ultraprocesados, carnes procesadas, bebidas azucaradas y se consumen menos “alimentos reales y de verdad”.
Rebozados, fritos etc…ya se consumían. Un frito con aceite de oliva es muy preferible a cualquier ultraprocesado y además puede formar parte del patrón mediterráneo.
¿En momentos de estrés o malestar, como la actual pandemia, recurrimos con más frecuencia a estos “malos alimentos” que nos traen buenos recuerdos?
Dado que se come por placer, en momentos de estrés y angustia el consumo de alimentos que nos traen recuerdos felices, de protección, de seguridad, de familiaridad…no es raro recurrir a ellos con más frecuencia.
¿Por qué de adultos dejamos de comer golosinas? ¿Es algo del paladar, cultural…?
Esto no es exactamente así, aunque se consumen más en la infancia, en los últimos años el consumo de golosinas crece también en la edad adulta. También es cierto que la forma en la que percibimos los sabores comienza a cambiar en torno a los 60 años, cuando la sensibilidad del sentido del olfato empieza a disminuir…y eso puede influir en nuestras elecciones alimentarias. E influye el aspecto cultural, la publicidad alimentaria está segmenta por edades y por tanto los anuncios para niños no suelen ser tenidos tan en cuenta por los adultos.
También hay snacks de niños y snacks de adultos. ¿Un niño que come muchos gusanitos está predestinado a ser un adulto que come muchos nachos, por ejemplo?
Una parte muy importante de los hábitos alimentarios de adquieren en la infancia. Es por ello mucho más probable que un niño que consumo muchos ultraprocesados siga haciéndolo de adulto aunque cambien el tipo de ellos.