Tradicionalmente se ha venido comentando que el músculo es un tejido muy activo que consume energía hasta cuando estamos durmiendo. Por ello cabría pensar que si incrementamos masa muscular se incrementa el metabolismo basal. Ya más recientemente también se vio que el tejido adiposo no era tan inerte como se pensaba y que aun siendo más activo el músculo la diferencia no era tan grande como en principio se estimaba.
Eso ha llevado a que en los últimos tiempos se diga que incrementar la masa muscular no ayuda en sí mismo a controlar el peso, y en mi opinión esto es así porque cómo todo las cosas se suelen mirar a corto plazo y pensar sólo en el ahora. Y efectivamente uno o dos, 3 o 4 kilos de músculo arriba o abajo no van a marcar la diferencia en cuanto al control del porcentaje de grasa corporal porque no afectan de forma significativa al metabolismo basal.
Pero….¿ y si miramos a más largo plazo?
Entre los 25 y los 75 años una persona puede mantener su peso prácticamente estable pero si no hace nada para evitarlo pierde unos 10-11 kilos de músculo y gana unos 10-11 kilos de grasa. Este cambio en la composición corporal supone una menos autonomía, una mayor dependencia, una peor calidad de vida, un mayor riesgo de padecer determinadas enfermedades y una reducción ( ahora sí) significativa del metabolismo basal y del gasto energético total ( menos músculo más dependencia y menos movimiento) que si no va unido a cambios en la ingesta energética empeorará más las cosas todavía.
Por ello no se puede pensar en el corto plazo, hay que tener amplitud de miras, trabajar la fuerza facilita mantener la masa muscular y evita su pérdida gradual y paulatina que acaba, al cabo de años, llevando a una reducción significativa del gasto metabólico basal.
Es por ello por lo que aparte de por muchas otras cosas, mantener la masa muscular puede ser interesante para ralentizar la reducción del gasto metabólico basal. Por tanto el mensaje no ha cambiado.