Cada uno es uno y sus circunstancias. Nadie sea dietista-nutricionista o no, es quien para juzgar a alguien por comerse unas patatas fritas de bolsa y encima «ridiculizarle» y denostarle.
La pérdida del norte y de la realidad derivados de la adulación de los palmeros lleva a profesionales al llamado síndrome del emperador romano, es decir a creerse con capacidad de juzgar a todos salvo a la «corte» de palmeros que les ríen hasta la última gracia como pudieran ser comentarios despectivos sobre padres que dar de comer x cosas a sus hijos, adultos que comen determinadas cosas o inclusos fotos subidas de personas comiendo o bebiendo determinadas cosas.
No juzgemos a nadie, aconsejemos siempre y tengamos empatía. Y no, no seamos radicales, un día es un día.