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Mar 18

El nevio vago…depresión y la nutrición.

El nervio vago un nervio importante que permite conectar con diferente órganos de nuestro organismo, uno de ellos el intestino. Está claro que este nervio desempeña una función de relevancia en el control del sistema nervioso parasimpático, el cual ejerce una función de importancia en los procesos de relajación y recuperación una vez que han tenido lugar situaciones de estrés. Diferentes estudios científicos sugieren de una forma clara que este nervio tiene relación con procesos como depresión o ansiedad.

 Y de hecho diferentes investigaciones muestran que en las personas deprimidas se manifiesta una actividad del nervio vago más baja. Por tanto es una hipótesis muy plausible que de alguna forma puede regular, o influir, en el estado de ánimo de la persona. Y no sólo eso, el nervio vago también puede modular los efectos perjudiciales que genera el estrés en nuestro organismo y en nuestro cerebro. No hay que olvidar que en respuesta al estrés se genera cortisol y que al estimular el nervio vago se puede lograr una reducción de las cantidades de cortisol y este hecho puede mejorar el rendimiento cognitivo en situaciones reales de estrés.

Prueba de que cada vez se le da más importancia al nervio vago es que la estimulación del nervio vago está resurgiendo como una forma interesante de estimulación cerebral, debido en parte al desarrollo de su contraparte no invasiva. Los efectos de este tipo de estimulación sobre el estado de ánimo se descubrieron en ensayos clínicos que investigaron su uso para reducir las convulsiones en pacientes epilépticos. Desde entonces, ha sido aprobado por la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos). Pero esto ya es un tema de psiquiatras etc…Sigamos con los aspectos relacionados con la microbiota y la nutrición…

Debemos de tener en cuenta que la microbiota, el intestino y el cerebro se comunican a través del llamado eje microbiota-intestino-cerebro de forma bidireccional y ésto involucra al sistema nervioso autónomo. El nervio vago es el componente principal del sistema nervioso parasimpático, es un nervio mixto compuesto por un 80% de fibras aferentes y un 20% de fibras eferentes. Las fibras aferentes son fibras sensitivas y las eferentes son fibras motoras. Esto significa que el nervio vago es responsable no solo de llevar señales motoras a los órganos que inerva, sino también de transportar información sensorial de estos órganos de regreso al sistema nervioso central.

Debido a su papel en la conciencia interoceptiva ( la conciencia interoceptiva permite identificar señales internas del cuerpo, reconocer y regular las emociones y favorecer la empatía, a la vez que dota al individuo del autocontrol necesario para la toma de decisiones sobre la conducta, salud y enfermedad) , el nervio vago es capaz de “sentir” los metabolitos de la microbiota a través de sus fibras aferentes (sensitivas), y es capaz de transferir esta información intestinal al sistema nervioso central a través de sus fibras eferentes ( motoras). Allí esta información se integra en la red autónoma central y luego se puede generar una respuesta.

Se ha descrito una vía antiinflamatoria colinérgica a través de las fibras del nervio vago, que es capaz de amortiguar la inflamación periférica y disminuir la permeabilidad intestinal, modulando así muy probablemente la composición de la microbiota. El estrés, al inhibir la actividad del nervio vago, tiene efectos nocivos sobre el tracto gastrointestinal y la microbiota, y está implicado en la fisiopatología de trastornos gastrointestinales como el síndrome del intestino irritable y la enfermedad inflamatoria intestinal. Ambos trastornos se caracterizan por una disbiosis y todo esto favorece la inflamación periférica. Se ha descrito un tono vagal bajo en pacientes con ambas enfermedades y con depresión. Por eso, poder actuar estimulando el nervio vago mediante , por ejemplo, la modificación de la microbiota podría conseguir un efecto antiinflamatorio  y sería interesante para restaurar la homeostasis en el eje microbiota-intestino-cerebro.

 Y como se ha demostrado repetidamente que la composición de la dieta y el estado nutricional son uno de los factores modificables más críticos que regulan la microbiota intestinal (y la comunicación bidireccional entre la microbiota intestinal y el cerebro). Se ha demostrado que este eje influye en la neurotransmisión y el comportamiento que a menudo se asocian con afecciones neuropsiquiátricas., por tanto, la modulación de la microbiota debe desempeñar un papel clave en las intervenciones nutricionales para mantener la salud del cerebro y en patologías como la depresión.

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